martes, 7 de julio de 2009

Catorce héroes de Babilafuente


Catorce vecinos republicanos de Las Villas intentaron evitar en Babilafuente el paso de un tren con tropas franquistas hacia el frente de Madrid. Detenidos horas después por pistoleros falangistas, varios fueron ejecutados a las pocas semanas y del resto tras una breve estancia en la cárcel provincial de Salamanca, se dispuso su traslado al penal de Burgos. Nunca llegaron. No es una novela de ficción, ni el argumento de una película de Ken Loach, es la historia real de catorce personas que trataron con sus limitados medios entorpecer el avance de los fascistas hacia Madrid.
El investigador J. María Collados, encontró en un registro de La Orbada varias actas de defunción de origen desconocido, una de ellas a nombre de Víctor Peralta Borrego, guardagujas de la estación de trenes de Babilafuente durante los sucesos de hace siete décadas. A partir de ahí,la Asociación Salamanca Memoria y Justicia ha conseguido reconstruir el final de los protagonistas de un suceso muy mencionado en toda Salamanca, pero poco conocido.
Todo arranca el 27 de julio de 1936, lunes, apenas ocho días después del golpe del ejército africanista contra la legalidad republicana, un tren que que transporta tropas a Madrid pasa por la estación de ferrocarril de Babilafuente. El guardagujas, Víctor Peralta, se entera y lo comunica a los trabajadores de la antigua fábrica de cerámica de este municipio. Acompañados de algunos republicanos, increpan a los militares. Tan sólo unas pocas horas después del incidente que debió dejar perplejos a los mandos militares que iban en el tren, pistoleros de la Falange avisados sin duda, procederían a su detención. Encarcelados durante más de un mes, fueron juzgados en septiembre, resultando uno de ellos, Francisco García Díaz, sentenciado a muerte y otros trece vecinos de Babilafuente condenados a treinta años de cárcel. Alejo García González fue fusilado a las seis de la madrugada del 27 de septiembre de 1936.
La sentencia de 8 de septiembre de 1936 recoge que en el momento de arrancar el tren de los militares, Francisco García, obrero de la fábrica de cerámica próxima a la estación, se asomó a una ventana con el puño en alto “insultando al ejército e invitando a los demás obreros de la fábrica y a los que había en sus inmediaciones a que manifestasen su hostilidad contra las fuerzas e inmediatamente los insultos fueron secundados y sonaron algunas detonaciones hechas con arma corta contra el tren, que le produjeron heridas a un soldado del Regimiento de Infantería La Victoria, sin que en autos haya podido concretarse quiénes fueron los autores materiales de la agresión”.
¿Qué fue del resto?
Los compañeros de los fusilados permanecen en la Prisión Provincial de Salamanca hasta que se acuerda su traslado a la Prisión Central de Burgos. Sin embargo, este trayecto no llega nunca a completarse. La pista principal sobre el triste destino acaecido a los heroicos compañeros de los fusilados se extrae de las actas de defunción encontradas en La Orbada. Allí figura D. Víctor Peralta Borrego cuya defunción se certifica como "consecuencia de la guerra". No ha resultado difícil a partir de ese dato saber qué ocurrió con el paradero de los republicanos. Sí se sabe porque se ha publicado innumerables veces en la prensa de Salamanca que por aquellos días un individuo llamado Diego Veloz se dedicó a ejecutar a los republicanos de las "sacas" (nombre con el que se conocían las ejecuciones extrajudiciales practicadas sobre los encarcelados sacados de sus celdas por pistoleros de la falange). Aún hoy, sus descendientes andan todavía tratando de evitar que se cuenten las "andanzas" de este lúgubre personaje en La Armuña salmantina.
Fin de la Historia
Una medida de gracia posterior redujo la condena a los ya por entonces, fusilados. Las familias de estos vecinos de Babilafuente se dirigen a buscarlos a Burgos para comunicarles la buena noticia a los presos, pero allí les indican que no se han registrado entradas en el penal a nombre de estas personas. Nunca llegaron. Estas catorce personas fueron fusiladas en localidad de La Orbada, en cuyo monte donde se celebra inconscientemente el Lunes de Aguas, descansan también otros muchos republicanos castellanos. Cientos según el periodista salmantino, Francisco Cañamero, miles según otros testimonios, incluídos en novelas como La Grama de Agustín Salgado.

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